martes, 27 de septiembre de 2016

CISCO FRAN - GIGANTE (2016)



En Bilbao a 27 de septiembre de 2016.

Querido Cisco Fran:

Te debo desde hace tiempo esta carta y creo ahora es el momento oportuno para con ella dejar escritos sentimientos de una relación ya larga en el tiempo y marcada por la distancia, mantenida por intuiciones, referencias y abrazos demasiado intermitentes en giras de Bob Dylan, por canciones hermosas y ese gran amigo en común, ahora ya son dos, y más con la ocasión de la edición de este disco tan bello en fondo y forma, fuera de la disciplina de tu inmensa banda La Gran Esperanza Blanca.

Algo intuía uno cuando en la mitad de vuestro pase en el Último Vals de Frías, al principio de este largo verano, con un sol que proyectaba sombras antológicas en el muro medieval del castillo, me emocioné tanto con vuestra entrega y tus letras, hasta tal punto que tuve que salir por la puerta del foso con mi darlin´ companion, la busqué como el que busca el roble donde siempre apoyarse, para distanciarme un poco de tanto sentir y porque estaba medio temblando.

No sé si te dije que montar el Vals me costó un trocito de vida y salud, cuando se parieron los bonos, a algo más de dos meses vista, me dio un ataque de pánico y ansiedad 8 en la escala richter y tuve que ir al psiquiatra de urgencia, cosa que no había hecho en mi vida.

No se puede poner tanta pasión a vivir la música hermano, bien lo sabes, hay que dosificarse porque estamos mayores y no somos esos chavales que pillaban un bus para ver al minesotarra de ida y vuelta nocturna a unos cuantos cientos de kilómetros.

Me pasaba, tras el nervous breakdown que cuando hablaba de música, no sólo me aceleraba-cosa normal- sino que me mareaba, como si el corazón se tambaleara a cualquier estímulo con trazos de tener soul,  lo que antes se aguantaba con fortaleza ahora se tornaba frágil y generador de una insufrible hipocondría alleniana.

De esa traza, la mini psicoterapia sirvió para repasar un poco la vida y tomar la determinación de disfrutar lo de Frías como un niño porque lo debía hacer y lo merecía.
En esos recuerdos de diván pasaron las tardes escuchando los viejos bootleg en casa de Iñaki acordandonos del amigo valenciano, incluso alguna vez te llamamos directamente escuchando aquellas epifanías de cuando escuchar You Gonna Make Me Lonesome When You Go en la gira de la Rolling Thunder estaba al alcance de unos cuantos locos insaciables por disfrutar del arte del más grande a cualquier precio. Ahora Dylan es moda, entonces no.

Llegaron los discos de tu banda, años ochenta, escuchando en la noche Mi Huracán y tratando de imaginar unos Waterboys fase Fisherman Blues mediterráneos, que cantaban en un lenguaje musical conocido pero en mi idioma, con una pátina de misterio en las grabaciones que todavía trato de explicarme cuando me oigo del tirón el Medicine Show.

Hiciste algo muy valiente, amar a Dylan y formar una banda, algo por lo que te admiro y que siempre me hubiera gustado hacer a mi. Yo me tuve que contentar con Licor del Congo pero mi amigo Lorenzo era más de Bowie y Gabriel y aquellas cuatro canciones que compusimos eran un absoluto despropósito.

Sabes que siempre lo digo y lo repito, nadie ha hecho unas versiones de His Bobness adaptadas más bellas que las tuyas, salvo el Memphis de Kiko y echó la culpa a tu Demasiadas Mañanas-que me tomé como un regalo, te la había pedido-  a ese atisbo del fantasma que antes comentaba y que de vez en cuando atrapa.

foto de J.M. Peña

Nunca os había podido ver en directo en 30 años. Salimos los dos del castillo agarrados como en la portada de The Freewheelin´ y cerca de la Sala Jaguar descansé un rato sentado en el coche con la puerta abierta, escuchando Viento Idiota, a punto de llorar.

Parecían jugarme una mala pasada los Años de la Felicidad, las mañanas en la Plaza Nueva intercambiando discos de Yes por los de Van Morrison, luego, más tarde cuando me mandabas esos maravillosos libretitos complementarios con traducciones y notas al Oh Mercy y el Time Out Of Mind que guardo como oro en paño, Kaw Liga memories y luego esas primeras filas en los conciertos y esos momentos que nunca olvidaremos.

Quiero decirte que ese nudo en el corazón se desató cantando contigo al día siguiente Billy en los micros abiertos, uno de los cinco momentos en que fui feliz hasta el delirio en el Vals y volví al redil de tirarme a destajo por la carretera de sentir al máximo. Yo adoro tu voz, hay un misterio y una luz que a los del Botxo desborda y cantar contigo fue lo máximo, fue cantar con un gigante.

Pero ya es hora de que hable de lo que más importa y es este increíble ep que acabas de autoeditarte tras El Tren Fantasma de LGEB del que no supe qué decir de nuevo porque fue dicho todo por otros, sobre todo por el querido amigo Johnny.

Me ha dejado planchado tu Gigante y con la pena de que ese filón no haya dado para una colección algo más amplia porque te digo que estas canciones son maravillosas y demuestran que estás en lo mejor de tu carrera como songwriter.

Gigante, para empezar describe aquello que pasó en el castillo "solo tienes que pensar en mi y en las canciones que escribí...no tengas miedo, agárrate, coge mi mano..." Y es tan hermosa, sus versos tan ciertos, tan bien arreglada, tan cuidada que "la vida avanza a paso firme sobre el mar"
En una tradición que sólo encuentro en Vainica Doble y Gabinete Caligari, tu forma de madejar las rimas, siempre viene para quedarse. Los músicos que te han acompañado están en pleno estado de gracia.

Dia Gris podía ser de Blood On the Tracks si Lambchop hubiera sido la banda de Bobby en el disco de nuestra vida. La steel me pone la carne de gallina y el hammond de tan ilustre apellido también. Un bálsamo, una infusión. Gracias por componerla. Obra maestra y van dos.

Desaparecer es la tercera, al estilo de un desolado Ryan Adams al piano barfly y también describe para mi lo que quise durante tres meses de primavera. Por eso me es difícil escucharla sin que se me escape la lágrima. "Camino la calle de la desolación, sin saber qué hacer con tanta emoción" Mi diagnóstico.

Mi Cielo es esa gema, ese medio tiempo, que nos recuerda porque nos gustó tanto Time Ain´t Nothing de los Green On Red y esa letra de nuestros paraísos buscados y encontrados donde sólo estando se es feliz.

Lonely on the Road es folky y dylaniana a rabiar y es con la que acaba el cd-ep físico ya que hay una extra para los que lo compremos ( hacedlo todos, por dios, que es una edición limitada) en que creo Fran que te has equivocado en no meterlo en el Ep aunque puedo conocer la razón: es demasiado personal pero también te digo demasiado preciosa para dejarla fuera. Para mi está dentro y se llama Nuestra Amistad. De esas canciones que Neil Young domina sobre los good times, sus responsables y aquellos que nos faltan. Fran bordas esa carta de agradecimiento infinito a tu gente.

Y quiero acabar esta carta dándote las gracias porque me recuerdas de nuevo que somos lo que hemos escuchado y tenemos mucha suerte en la elección del camino por donde hacer sonar los cascos de nuestro corcel.

May you stay forever young Cisco Fran!


En su bandcamp, aunque lo escuchen, háganse con esta maravilla que para servidor es uno de los discos del año.



3 comentarios:

  1. Preciosa epístola, amigo mío. Felicidades!

    Cuídate. Tu vida vale mucho. No tienes otra!!
    Un fuerte abrazo!

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  2. Que bonito lo sientes y como lo cuentas, los años pasan y los corazones de los que tienen pasión cada vez son más grandes y más capaces de generar cosas buenas, dos corazones de esos en la misma carta...ah y el disco hermosísimo, solo tiene una cosa mala, que es corto.
    Abrazos.

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  3. Joserra en estado puro... Cualquier día te da un chungo de tanta emoción.
    Me gusta leerte aquí, maylof. En rockandrodri land todo es más pausado y más sentido. Y encima Jon te lo ha dejado para quedarse a vivir.
    Ahora mismo me pongo con Gigante, claro que sí.
    Muchos besos.

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Amo la música más que a todo.

Amo la música más que a todo.
Todos los textos pertenecen a Joserra Rodrigo salvo citas y párrafos con su autor referenciado.