You are my sun, my darling & the kid. Serpa, Alentejo. |
Nunca encontré un paisaje y una luz que me ayude más a enfocar a las personas, donde menos esté presente la mano de hombre con sus estropicios y egocentrismos arquitectónicos.
El Alentejo siempre está ahí, como una reserva para el espíritu, inalterable, bellísimo en todos sus rincones, piedras, curvas y alcornoques.
Ya son tantas las veces que ya no se busca el Templo de Diana en Évora o la Torre lozana de Beja o el pueblo más bonito de la península ibérica, Monsaraz sino simplemente estar- ficar, disfrutar de su calor, de cómo baja la temperatura de manera suave por la noche sintiendo, de alguna manera, las olas atlánticas de Milfontes cerca, de la mañana tranquila de sol cegador, de los olores puros, del ritmo lento sabor ginjinha, de la hospitalidad ( virtud portuguesa donde las halla y en la que nos dan mil vueltas)
Un punto de encuentro siempre de nosotros tres, fuera de la rutina y los compromisos, de las obligaciones y las necesidades creadas, un paisaje de ensueño y necesario como las canciones de Mark Kozelec, guitarras de nylon, saudades y nitidez, mucha nitidez.