jueves, 20 de septiembre de 2018

The Weight



TAKE A LOAD OFF VIRIDIANA

When the music (on Big Pink) is most exciting - when the guitar is fighting for space in the clatter while voices yelp and wail as one man finishes another man’s line or spins it off in a new direction - the lyrics are blind baggage and they emerge only in snatches. This is the finest rock ‘n’ roll tradition.

Greil Marcus en Invisible Republic



Si no es por The Weight, Music From Big Pink hubiera tenido un culto mucho más reducido del que tiene y una menor repercusión ya que es  un disco raro y diferente. Este monumento de canción-una de las 25 mejores de los sesenta- puso en órbita tanto al disco como a la banda. Estaremos eternamente agradecidos de aliviarte el peso Señorita Fanny y de que Robbie, siguiendo el consejo de su gurú-patrón Bobby,  bajara a Kingston a ver un ciclo de películas de un cineasta español.

Tampoco se puede olvidar que el disco era una forma indirecta de recibir noticias de un recluso llamado Bob Dylan, que iba soltando a cuenta gotas las canciones del sótano con diferentes versiones ajenas, vendiendo derechos de autor, lo cual tuvo muchísimo tirón. Pero la canción buñuelesca y staples que se encajó en el setlist a última hora en el set (lo veo lógico porque es la más tradicional en formas y  la que iba a marcar el rumbo para el segundo trabajo, perdón segunda obra maestra) es su icono sin ser demasiado representativa del conjunto. Ellos la llamaban ese pequeña canción que no cuajaba en arreglos y que ahí estaba esperando, en segundo plano. Esa contradicción relativa y el ser compuesta para la presentación estelar como voz solista del único americano- además de sureño- del combo, San Levon para que en ráfagas se le superpongan las de sus compañeros liándola parda, la convierte, quizás con la póstuma joya de Otis, Dock Of The Bay, editada también en 1968 (¿qué cereales se desayunaron ese año?), en las dos canciones cumbre del gospel-folk U.S.A. o del soul folk in action , un término que me encanta y que fue el título de un álbum imprescindible de los tan mentados Staple Singers.. Ellas dos, por si mismas, son países independientes, en los que se está tan a gusto, prodigios de tres acordes y un cuarto de cambio que generan un estado de paz y levitación sobre la tierra.

En cuanto a su letra desde que sé que Robbie se inspiró para sus versos en el tema favorito de nuestro ilustre cineasta, el maño de Calanda:  la búsqueda de la santidad y la imposibilidad de conseguirla, la bondad versus intereses creados, los personajes de facciones marcadas y con una locura un tanto religiosa exponiéndolos en toda su crudeza...yo ya no la concibo con otras interpretaciones. Y si ahora la veo hija de los personajes que saludan desde los cortes de John Wesley Harding (podría pertenecer a dicho Lp de Bob por su letra pero le sobra el aire positivo que desprende su sucesión de acordes que quizás desentonaría con la austeridad de aquel) pienso en lo mucho que la  religión ha influido en el folk-rock desde tiempo inmemorial cuando se aprende la lección de que todo empezó antes, siempre antes, como lo atestigua el hermoso trabajo de campo que hicieron Harry Smith o Alan Lomax. Un ir y venir de personajes todos interesantes, con sus grandezas y sus miserias, vidas cruzadas por el azar y el interés, convierten a todo el relato hilarante con las capas vocales en un coro griego, mítico, como de paletos (rednecks) ilustrados. Randy Newman tiene que ser fan acérrimo de este teatro del absurdo que pese a la frustración- el prójimo nunca agradece al santo- desprende toda la confianza por el género humano. Tampoco me parece descabellada la interpretación de que la canción trata de un camello y sus clientes (ese cannonball) y ello explicaría la adaptación inmediata tras la interpretación en el festival de Woodstock de la canción como uno de los himnos del movimiento paz y amor y muchos canutos.

The Weight ha sido muy utilizada en demasiados anuncios, películas (Ay Easy Rider!) en recopilaciones, en referencias y más gracias a la versión definitiva con los Staples en The Last Waltz-cumbre de la fusión de culturas musicales americanas- pero es demasiado poderosa para que hoy no me resulte tan fresca como lechuga de huerta, tan fascinante como que me hace hacer esta disertación tan freak. Y más con esta nueva mezcla de Clearmountain: oigo cosas nuevas (sobre todo de Richard por detrás) y me apetece escuchar la original cuando desde hace tiempo solo escuchaba la del film de Scorsese. La original la veía un poco polvorienta pese a ser ese un dato importante para transmitir el ambiente de las calles de Nazareth, maleta para arriba, maleta para abajo, cada vez más cargada por los pretextos para no aflojar el peso de la misma, Carmen y el Demonio, y un lío de nombres de no te menees pero con todos te puedes buscar un nombre de banda. The Weight es una Biblia de bolsillo americana.

La solemnidad de Levon en las tres primeras estrofas, no solo vocal sino a los tambores ( majestuosos y te quedas corto) da paso en la cuarta a la ansiedad tan bien aprendida de los singles de la Motown de Rick con su verso sobre Crazy Chester  y  la conjunción de todos en la sublime recta final es la que representa a la perfección el trabajo bien hecho, la noria de las emociones, el carácter mitológico de esta canción. En todo tiene que ver el Do menor prodigioso tras el La y previo al Re, simulando la rotación del planeta, perfecta para contarnos una historia tan moderna por antigua, que nos deja totalmente embobados. Y el piano de Garth, claro.

Las versiones que ha tenido desde la acera del soul son espectaculares: los propios Staples o Aretha con Duane Allman se la llevaron a la Iglesia pero The Weight por sus autores/ejecutores tiene una mirada diferente, es más Mona Lisa, te despista su pícara e inocente sonrisa, es demasiado original para catalogarla, es una mezcla perfecta de elementos y emociones musicales que nos llevan directamente a una celebración. ¿No es eso el gospel? Es escucharla y entrar en el juego de lo que te cuenta pero a la inversa, quieres ayudar a todos sin pedir nada a cambio y eso era lo que los primeros The Band eran, cinco músicos + John Simon aportando, disfrutando y acumulando talento, llevando cada uno su "peso" esencial en los resultados.

A Leonardo, Rubens, Velázquez o Goya (otro maño) no les iba a importar un carajo "aligerar la carga" en sus salas. Un museo es el lugar donde esta masterpiece necesita "reposar la cabeza" y desde allí poder irradiar su fábula buñuelesca...por los siglos de los siglos, amén.


Levon Helm: Lead Vocal & Drums
Rick Danko: Lead Vocal & Bass
Richard Manuel: Back Vocal & Hammond Organ (cut)
Robbie Robertson: Acoustic Guitar
Garth Hudson: Piano


2 comentarios:

  1. Ésta si que es una de mis canciones favoritas del mundo mundial. Lo que tiene ver películas de Buñuel.
    Abrazos.

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  2. Canción más grande que la vida. Gospel Soul maravilloso. La versión de Aretha es brutal.

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Amo la música más que a todo.

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Todos los textos pertenecen a Joserra Rodrigo salvo citas y párrafos con su autor referenciado.