The Last Pharaoh-Dave Rawlings Machine
Hello Stranger - The Carter Family
The Rose Society- Mark Olson & Gary Louris
Laughing River - Greg Brown
Joan Soseguz - Ruper Ordorika
Drum - Hiss Golden Messenger
Tu Risa- La Gran Esperanza Blanca
Pilgrim ( You Can´t Go Home) - Dave Rawlings Machine
Llegó su estación y uno le tenia muchas ganas al Common One.
Aunque una de sus canciones esté dedicada al verano, esta joya sublime pertenece a la estación de los tonos ocres.
¿A cuantos habéis escuchado calificarlo de obra maestra? Yo a pocos y lo es, claro que lo es.
Con Veedom Fleece es más fácil, "que si Astral Weeks II" -nada más lejano por cierto, es otro universo y otra obra maestra, Van tiene varias- "que si tal y que si cual..."
Como Bob Dylan o Neil Young en los setenta, cada publicación del Cowboy de Belfast es un planeta y es oportuno que te avisen de su clima, temperatura y del tipo de ropa con las que tienes que transitarlo. Trataré de convenceros de todo lo que afirmo dentro de mi estilo siempre exagerado pero inevitable.
Esta colección de 6 canciones o, mejor, de seis discursos inarticulados del corazón es perfecta para ascender al monte de tu propia alma y por ello es hermano gemelo del Hejira de Joni Mitchell.
Basándose en la gospel music y adaptándola a la Isla Verde - su gran logro, por lo que siempre será uno de los apóstoles del rock and soul- consiguió con estos seis cuadros uno de los más sinceros y artisticos despelotes emocionales musicados de la historia, comparables a los de Love Supreme o Kind of Blue.
Me es dificil articular descripciones coherentes porque es comenzar la aguja a pinchar el vinilo con Haunts of Ancient Peace y reconocerme en este disco-oración cuyo único dios es la conjunción del ser humano dentro de la naturaleza, la integración perfecta con su luz, su materia, la belleza extrema de percibirla con los sentidos y sentirnos, tras su escucha, parte de algo tremendamente inmenso.
Sorprende que viniendo de un disco tan fabuloso, variado y californiano como Into The Music ( de la familia de Moondance) , decidiera dar otra de arena, para sin ningun pudor y en un tercer intento de 10, enseñarnos las entrañas de si mismo y así la de los que le escuchamos.
En serio, me faltan las palabras, my tongue is tiii-eedd everytime I try to speak. Espera, para y tranquilizate.
foto : Joserra Rodrigo Agosto 2015. Évora (Portugal)
Los siete minutos pasados de Haunts of Ancient Peace me llevan a lugares como el Crómlech de los Almendros de Évora ( en la foto) o a una iglesia prerománica asturiana, con su caminito verde, quizás al puente romano de Frías que aguanta riadas y el camping no; en definitiva, a ese lugar que basta ver, tocar, oler para sentir los rastros de una antigua paz para darnos cuenta de que necesitamos de la armonía con el arte producto de una vida ancestral mucho más lenta, donde todo llevaba su tiempo para que casaran las piedras de toba a la perfección, donde no se hacian chapuzas para que el futuro las pudiera rechazar.
Mark Isham con su trompeta y Pee Wee Ellis con su saxo tenor evocan ese sublime pasado que merece la pena recordar para seguir el healing game, el proceso de curación tan morrisoniano, esto es un balneario-spa gratis y del bueno.
Los coros griegos avanzan por esta pieza maestra, descomunal, bellísima. Y el piano eléctrico de John Alliar parecen gotas de rocio, cristalinas, como lágrimas.
Peter Van Hooke toca la batería de la forma que requiere esa pausa y contemplación para luego pasar a un ritmo saetero irresistible.
"Cuando no me puedo ni encontrar los pies, cuando necesito descansar y dormir...las campanas de la iglesia tañen...una canción plena de armonía y rima...las palabras que no necesitamos decir..."
Y el solo de saxo rompe en uno de los más bellos que jamás he escuchado.Me hace añicos todas mis prisas.
Summertime In England no entiendo como no está expuesta en la National Gallery. Es tal su grandeza y magnitud ( el 60 % de carrera de Lambchop ya está ahí) que me cuesta muchisimo ser con ella un mero cronista.
Mirad esto es gospel celta y él se lo inventó. Sus dos mundos , el de pleno swing de James Brown de pueblo y parroquia es de hacerse cacas y pis pero el corte de pura Iglesia con la "voz de Mahalia Jackson llegando desde el éter" ...para que contaros.
Ese órgano que lo introduce , ese common one with the coat so old, permitidme una pausa para llorar de felicidad , para creer en algo pero para creer, por lo menos en lo que es capaz de hacer el ser humano con una canción. Ese cambio, y cuando dice que no hay un porqué , solo es ya es el puro éxtasis.
Para un servidor es quizás el momento grabado más emocionante ever. Ain´t why why why it just is...suffering so high...oohhhhhhh myyy coommon one...y la sección de cuerdas tiembla ( impresionan en todo el disco) y Van gruñe como elllas. Brothers and sisters el nivel es astral! Quisieras que Summertime In England dure tres años. Puta obra maestra.
Para quitar un poco de hierro y emoción porque si no mueres, Satisfied tiene ese punto rythm and blues entre Muscle Shoals ( como Bob en Slow Train) y los JB´s pre-funkadelicos. Seguimos en la Iglesia y en la sofisticación plena de unos Steely Dan. Maravillosa. No puede uno parar de mover los pies.
Fin de la cara A, un 10.
La vuelta comienza otoñal y sinatrera con la soberbia e infravalorada White Honey donde canta como el ángel gruñón que siempre ha sido y será. Y volvemos a estar de la mano de lo que Joni hacía por la época, genios de la música.
Sinceramente, no me pegueis que a mi también me gustan, pero las canciones posteriores tipo Someone Like You o las baladas de ahora...comparadas, son toda una mariconada.
Solo hay que escucharle como dice Way up On The Mountain para comenzar la segunda estrofa, un milagro, como si tuviera una ciruela claudia en la boca.
White Honey es como una paseo, un dulce paseo con quien más quieres en esta vida, con poco tema de conversación, con la felicidad por silencio contemplando la hierba y atandote las botes de monte porque se te han desatado. Espectacular, el paisaje de Common One, un día dorado de otoño, mudando capas, cortándote el pelo, (mañana voy) las uñas también, experimentando un poco la muerte para renacer. And the light come shining through...
Spirit es el gospel de la cara B, menos emocionante que el de la A, misma posición, dos tercios más corto pero no por ello menos disfrutable en el todo, Common One es tan todo que se olvidan sus partes. Y el mensaje en esas paradiñas tan suyas, es bien claro, sal de tu casa si estas bajo de moral , sal y vuelve, sigue el camino y vuelve a casa, vuelve a encontrate coño, no dejes que tu espíritu muera, que te dé el aire. Gracias maestro.
Y el desparrame, la sección X del Common One, el striptease cardiaco llega con la fase más yoga: el When Heart Is Open, que a mi me vale por todo el rock sinfónico.
Simplemente el maestro nos dice lo que según cómo te lo digan puede ser una cursilada o una curación en regla: cuando tu corazón está abierto cambiarás como una flor que se abre lentamente y encontraras a tu amante, cuando no hay idas y venidas, sin prisa, en fin, puro sexo tántrico. Y si haceis la prueba de escucharla en silencio y tumbados, escuchareis la banda sonora del paraiso terrenal cuando Van habla a la vez que sopla la armónica, os lo prometo.
Mirad, Common One solucionaría muchos conflictos si toda la humanidad lo escuchara una vez en su vida, así lo creo, es osteopatía verificada o es simplemente el puente de Frías, esa iglesia pre-románica asturiana, el Crómlech de Évora, tiene muchos más años que todos nosotros juntos, way back, way back, data de cuando el ser humano estaba en plena armonía con la naturaleza.
Por eso cariño, "acercame las botas de monte, creo que nos vamos al bosque " ha llegado el otoño y es tiempo de Common One.
Os lo ruego, haced la prueba, llevadle a las alturas.
Y como si fuera una de las cornudas del deep soul, Amy cantó los versos de Willy como nadie...
Ayer llegó la anunciada ciclogénesis a Bilbao y aunque no fue para tanto, las copas de los plátanos de la preciosa plaza de los Jardines de Albia se movían amenazantes.
Había que buscar refugio. Trate de llevarme al que pude, hasta a mi compañero de despacho porque sabía que los Delines en directo iba a ser algo muy especial, delicado e inolvidable.
Tampoco tuve mucha respuesta, los que estamos siempre en los conciertos de ese tipo ni siquiera estaban. Bueno alguno si claro, pero me sorprendió que no todos los de siempre o los que aman este tipo de música. Aquello no era algo social como otras muchas cosas programadas.
Es cierto que ha venido una ciclogénesis de conciertos descomunal y los bolsillos y las obligaciones de la "vuelta al cole" hacen difícil escaparse a disfrutar de esta droga nuestra de efectos tan benignos.
El caso es que con sillas, como señores, calculo que no llegabamos a cien personas, disfrutamos de un concierto sincero, emocionante y desde el segundo uno SENTIDO, sin alharacas como si afuera el viento y la lluvía fina no azotara de la manera que lo estaba haciendo. No se movió una mosca y todo fue respeto y aplausos al acabar las canciones, nada más.
Puesto de merchandising en el interior donde está el bar de pista, precioso, con su road manager, un tipo tan amable y había de todo: la edición en vinilo del Colfax y su cd grabado especial para la gira como platos fuertes pero también camisetas y carteles y reediciones 180 grm de cosas tan majestuosas como el Post To Wire de la banda de Willy Vlautlin, mis favoritos Richmond Fontaine, posters y camisetas de todo tipo, precios no de crisis pero tampoco desmesurados.
Nunca una foto de móvil puede dar más pistas de cómo fue un concierto. Esa sensación de como dicen los ingleses restrain, saber tocar bajito el palo sublime y lento del country-soul que vira al pop en estructuras y al deep-soul en comunicación y sentimirntos.
The Delines se han sumado con la POM Colfax a hitos del género relativamente recientes como A Girl Called Eddie, el primero de Rumer o determinados discos de Shelby Lynne; es decir, a la vuelta a Burt Bacharach mezclado con Willie Nelson y mis cornudas del soul de las recos de Dave Godin de la Kent.
Instrumentalmente al exquisito hacer de Lambchop o de Jesse Sykes & The Sweet Hereafter. Es decir, a la música norteamericana de poso, con muchos, muchos años en barrica que producirá fenómenos y combos musicales del pelo forever.
No me extraña que Willy Vlautlin al escuchar a Amy Boone se le ocurriera tan estupenda idea de canalizar su songwriterismo de alto calado literario ( escribe unos libros de caerte de culo) en esta joya de banda hecha de colegas del musiqueo U.S.A, y basados en la bohemia Portland.
Ella , se ve en la foto, es una chica normal, nada diva pero canta mejor que nadie y como tiene el soul, tiene un halo. Ellos, sus queridos compañeros (ella repitió sin cesar lo que les aprecia) están al servicio de su duende como la house band de Muscle Shoals lo estuvo al de Aretha en sus discos para la Atlantic. Así de claro. Tenías que concentrarte en sentir y no bailaban las piernas-ay de aquel iluso que vaya en lo que queda de gira a que le den marcha- sino los sentimientos a flor de piel.
Si escuchabas con atención observabas como Amy- tenía que tener tan ilustre nombre-interpretaba como si estuviera sintiendo allí mismo cada una de las palabras de los versos de tan profundas canciones.
Sus tímidos gestos, sus fraseos como besos en el aire, su humildad, su grandeza dentro de una edad como las de mis sobrinas, como si se hubiera divorciado más veces que Liz Taylor y la hubiera maltrado la vida tanto como a Bettye Lavette en modo más Bettye Swann... En fin ..completamente soulful.
Cuando un grupo te junta tus tres músicas favoritas, el soul y el country aunque de una manera pop-rock en el gran sentido de la palabra de forma tan sutil y preciosa, te quedas sin palabras, sólo quedá la piel y el corazón para que se estiren y tu mente para soñar.
No pienso dar más pistas ni destriparlo para que aquellos que lean esto y van a sentirlo por si mismos esta semana, tengan algo de factor sorpresa.
Al final, con el bis de dos temas, se salieron de la tabla y antes de salir a la ciclogénesis quise felicitarles, darles las gracias, charlar con ellos sobre gustos y artistas ( ya sabeis Dan Penn /Spooner Oldham, santo y seña, habian tocado en un festi con ellos, fans) y me parecieron como yo, es decir gente que ama la música y las canciones pero con un plus: tienen el don de generar parte de ese disfrute , que insisto, es lo que más amo en esta vida como producto de la parte más refinada de la creación humana.
Bilbao es vuestra casa, sweet soul band! Como Amy comentó-que en muchos conciertos no puede evitar el llanto por la emoción que producen las canciones de Willy- yo también lloré al escucharlas.No os lo perdáis por favor.
Y como si fuera una de las cornudas del deep soul, Amy cantó los versos de Willy como nadie:
Hey Ray, could you give me a ride into town I won't slip up, I won't slip up
Hey Ray, I won't tell anyone
Just take me as far as Lumbard street
I'll go to little Sam's
We'll just have a couple of drinks
I'll catch a ride back home
Don't you worry about me
I get so tired of people always worrying about me
My mom won't stop lecturing me
Forty five hours a week my boss dobble checks me
He count's the till infront of everyone before I leave
*Que ilusión me hizo que Willy me reconociera de cuando vino con los Fontaine!!!! Es el nuevo Bruce componiendo letras, es bestial su jondura.
Mis libros de primero de carrera fueron Golden Down, The River, Damn The Torpedoes, Cabretta, Murph The Surf y Buena Disposición, entre otros. Tenía otras asignaturas optativas -las de la propia carrera que cursé por la única razón de que iba a hacerla mi mejor amigo y quería estar con él- pero con éstas otras, las realmente troncales, no había ni que repasar antes del examen.
Me tiré un año enganchado a los poetas de la Fender, eran mis profesores de verdad, día y noche, empollándome sus canciones porque estaba asqueado del Derecho Civil y la Economía de Primero, no pegué ni clavo, así me fue y tuve que repetir curso.
No se si me arrepiento porque no sirve para nada hacerlo pero quizás siento no haber cambiado de carrera aprovechando esa oportunidad que te la vida pero...la acabé.
La de Derecho con una media de aprobaducho, la de los poetas de la Fender, sin embargo, con matricula de honor.
Squeezing Out Sparks, decía mi amigo Addi, es excitante. Exactamente es eso, es puro nervio, echa chispas desde la portada y el título, a pesar de tener una canción que dice todo lo contrario y así es como le vino esta maravilla a uno chaval de 19 años, como una descarga electrizante.
Podemos considerarla perfectamente su obra maestra, para mi sería la segunda porque el debut me parece de la misma ralea y el segundo casi.
Contratando a una leyenda a los controles como Jack Nitzsche y pasando un poco de repetir con Nick Lowe, intentaron de nuevo el éxito que siempre les ha estado vedado.
Jack lo hizo muy bien porque respetó el alma del grupo pero la estandarizó de manera impecable y cuando eso sucede y se hace con semejante gusto, todo es un primor desde el Rumours (Fleetwood Mac) al Gold (Ryan Adams)
El setlist es impecable, no hay más que perla sobre perla y todos son trallazos del mejor pub-rock-soul del gris East London, acento cockney, locura de amor por lo que hacían los colegas de Nueva York, chulería de barrio, no hay casi diferencia, la nueva ola fue maravillosa.
Discovering Japan es un trueno que cabalga , suenan guitarras y baterías rotundas (como los Pistols pero en opiáceos) para luego darse un spanish stroll de barrio con la eterna Local Girls...todos a una " don´t bother with the local girls..."
La urgencia power-pop que calcaron los Nacha está en Nobody´s Hurt You y la mejor balada que nunca ha compuesto, su auténtica Mona Lisa es la cuarta y se titula You Can´t Be Too Strong donde moderniza a su ídolo Otis Redding en eso de singing sad sad songs-simplemente POM-
El apunte magistral que me enseñó una constante en la vida se llama Passion Is No Ordinary Word, un medio tiempo en los que es el puto maestro, marca de la casa.
Saturday Night Is Dead es justo el sentimiento contrario, de que te queda todo el fin de semana por delante porque recuerdo escuchar este disco antes de salir al sucio Bilbao de los "años inmisericordes", el Botxo pre-guapeao del Gaueko y los azulitos.
Love Gets You Twisted es una debilidad porque vuelve al dylaneo, al blonde on blondeo, al agridulce discurso del desamor. Todo es de tanto nivel...
Su querido toque jamaicano que a su generación marcó a hierro, lo encontramos en Protection, canción que tendría que haber sido un hit porque es pegadiza de narices.
Waiting For The UFO es simpática y un poco va de tapada porque es mejor de lo que parece a simple vista escuchada tras los años.
El final lo marca el Don´t Get Excited que parece un aviso para que no te mueras tras esta colección de 10 disparos de power-pop cinco jotas directos al corazón.
Mirad, lo tengo claro, si me vuelvo a examinar de Squeezing Out Sparks volvería a sacar matricula de honor, sólo me basta volver a repasarlo y ver que puedo cantar encima de toda la lección sin ningun tipo de ayuda.
Reuno varios capitulitos de una saga que prometo seguir y que estoy recopilando. We´ve Only Just Begun - Curtis Mayfield (Bilbao 1994)
Tuvo su gracia, alquilarse una casa en una calle llamada Kirikiño (Erizo), recién casados, tercero sin ascensor, nada pesaba entonces.
Era un mini piso obrero e interior, muy especial. La cocina la decoramos como en los viejos caseríos, con cortinillas de cuadros azul-blanco Bilbao, de mantel de txoko.
Mi madre me enjaretó los canutillos. Ellas hacían de puertas de los armarios bajeros, no existía Ikea, por lo menos en provincias. Tenia más pasillo que habitaciones pero era nuestraprimera casa. Las ventanas eran guillotina de madera y costaba mucho subirlas y bajarlas por todas las capas de pintura que llevaban echadas.
Casi todos los viernes llegábamos a las tantas cuando estaban todos los amigos, ahora nos falta uno. Organizábamos cenas, escuchábamos por el patio a Sabina con los Rodríguez tocar desde la Plaza de Toros porque estabamos muy cerca, también allí vimos a Dylan, la primera vez que vino al Botxo y montamos, cómo no, una fiesta pre y post acontecimiento.
A todo íbamos andando, Bilbao es tan manejable.
Pero lo que más recuerdo de esos tres años, como momento de felicidad estática, es el día que subí de Power Records con el Curtis Live. Fue escucharlo sin parar durante varios domingos por la mañana, recogiendo lo de la cena del sábado, pasillo arriba pasillo abajo, soñando que estabas en Harlem o en el Bitter End de lo nítido que se escuchaba todo por el eco de un pisito curioso en su estructura y con muchísimo encanto.
Comprendí con él los fundamentos de la guitarra al servicio de la canción, porqué ella debe ser mariposa que revolotea y no punto central de la escena y así llegar a construir la ingravidez de la composición, debe besar al cantante, soplarle en la nuca, filtrear con el bajo y escaparse un poco de las reglas que marcan los tambores.
Supe ya allí, en Kirikiño Street, porqué Robbie Roberstson fue un guitarrista tan especial y quién fue uno de sus maestros; él se fijo en el genio del soul de Chicago. Comprendí que el falsete es todo menos falso y que los barrios, como Irala , tenían y tienen voz porque están llenos de vidas.
No queriamos movernos de allí pero al final la llegada de un hijo te hace tomar decisiones. Tampoco es que nos fueramos muy lejos, sólo al otro lado de la calle donde nací, pero no era lo mismo.
Todavía se podían visitar las Torres Gemelas en Nueva York pero no llegamos a tiempo y no conocemos todavía la Gran Manzana pero esperamos viajar allí algún día.
El sol caía y cae de una manera especial en esa colina bilbaina tan british en arquitectura donde creías que te ibas a encontrar por las esquinas de sus cuestas a los Kinks o a los Jefferson Airplane, sobre todo en sus espléndidos atardeceres de verano, protegido como está por un lateral por nuestro querido monte Pagasarri y por el otro, por las Torres de Zabalburu, setentonas con su blanco tan sucio.
Ese domingo con Curtis de banda sonora, nuestro rincón sagrado quiso ser norteamérica, fue algo estupendo, seguramente nos fuimos a comer unas rabas después o a encargar un pollo asado al Rally.
Y es que el séptimo día está hecho para descansar, para regodearse en su minúscula pero magnífica duración, como aquel piso, como esta canción, como ese plato de rabas.
En el ghetto, no me olvido de esos domingos ni quiero olvidarme. Aunque sea algo del pasado con las canciones todo se hace presente, habíamos comenzado nuestra vida a vivirla independientes como queríamos. We´ve only just begun...to live.
Mr Tambourine Man - Bob Dylan ( Bilbao 1995)
La cabeza me revienta y sueño con 1995. Entonces vivía en la calle Kirikiño de alquiler, ese grato placer que te da la independencia, 36.000 pts de renta mensual tuvieron la culpa, primeros turnos de oficio abonados pasado un semestre, becas mal pagadas de my darlin companion, vivir un proyecto y tener los mejores amigos para que entren en tu casa.
No puede ser todo más diferente y, sin embargo, tan parecido. Escuchar la prueba de sonido desde el ventanuco respiradero del patio interior que llegaba desde la Plaza de Toros de Vista Alegre, aquel Mr Tambourine Man para morirse allí mismo de bueno...no puede ser tan parecida la ilusión...mañana abrazo al Señor del Cierzo, my twin, me ha llamado y su voz me ha dado paz en un día de perros, también viene Mario, ese jabato que organiza el Ciclo en Sevilla y tantos amigos...
His Bobness está durmiendo ahora a escasos metros, en mi ciudad, por segunda vez.
Es 2012, hay Guggenheim, hay muchas cosas, hasta turistas extranjeros en Bilbao pero me siento el mismo aunque algo cansado, me meto mucha caña, entro al trapo de todo aquello que tenga un resquicio de magía dylaniana. Resuena en mi el cuídate de Anónimo E, noto que estoy cansado, que voy deprisa, una fase Blonde on Blonde cuando querría estar en la John Wesley Harding, porque no conozco lo que es la estabilidad.
Hemos salido los dos como niños, en su busqueda, esta tarde noche, hemos visto el precioso escenario que va a ser muy recogido, muy chulo, con el titanio en el lateral.
Sonaba en el bar de los columpios del museo Like a Rolling Stone, ibamos con el Highway en vinilo por si acaso, con esta bendita chaladura después de comprar en los chinos dos rotuladores punta gorda.
Hemos recibido llamada de mi amigo Pablo, le vio cuando estudiaba inglés en la gira del 78, Earls Curt, Londres (galones) de que estaba a las 19:00 en la Sociedad Bilbaína, le pega, visitando el Ilustre Edificio exclusivo botxero. Rancio abolengo. Hemos ido hacia el Hotel Carlton, también le pega pero allí en los pasillos Scott Fitgerald no ha aparecido mi padre. Mañana es un día muy emocionante, si le veo le dire hola y no sé que más podría decirle...bueno sí ...Kirikiño porque eso seguro que le arranca una sonrisa y a mi una tremenda emoción.
El Paisaje -Vainica Doble (Bilbao 1997)
Ya nos habiamos movido de Irala. No hay cosa más bonita que despertarte por los ruidos de tu pequeño, moviendo los barrotes de la cuna, ya de pie y protestando por su atención, con un pijama de una pieza de borreguito, esa sonrisa que te despeja cualquier atisbo de derrota o cansancio.
Enfrente , al otro lado de la calle, ésta casa ya era exterior, teníamos una pared de hormigón y una iglesia triste y gris pero la mía , en la que me bautizaron y el ruido de muchos coches aunque al fondo se viera el verde Pagasarri.
Abrí la persiana para coger a mi niño y darle mi ración de besos y el desayuno.
Un instante de felicidad estática que relaciono con un cd-walkman -siempre me he dormido con los cascos puestos- y una canción: El paisaje de Vainica Doble.
Hasta entonces no era muy consciente de eso de ser padre pero en un segundo, me entro una angustia repentina que se convirtió en una especie de fortaleza para siempre. Protección, me decian mis Vainica, de eso te trataba, proteger esa sonrisa de por vida. Desayunamos, me pidió a Aretha, su muñeca negra, le estampó el bibe en la cabeza, nos reimos a carcajadas, me emociona recordarlo. Su madre se despertó y se me quemaron las tostadas, en la pradera azul, junto al mar.
En tres meses será mayor de edad, me gustaría que pensara que todo lo pinté pensando en él, para hacerle soñar.
Down To You - Joni Mitchell (Aquitania 2008)
Tengo un recuerdo de un día de felicidad plena. Estabamos en la zona francesa de los Chateaux cercanos a St Emilion, a 30 kilómetros de Burdeos. Celebrabamos un aniversario. Era a finales de Otoño y estabamos siendo tratados como reyes en una casa del siglo XVIII regentada por un matrimonio inglés que en los sesenta fueron mods en Londres. Se hicieron amigos, por el clima , porque no paraba de llover y hacía mucho frío y eramos los únicos huespedes. Además les pareció un detalle que eligieramos su casa rural para la ocasión en esa aldea pérdida entre viñedos dorados.
Nos pusimos ciegos a buenas viandas y a dos desayunos míticos, Maureen nos hizo unos scones de mantequilla para la ocasión porque ella es escocesa.
En fin , que todo olía a gloria, sabía a cielo e iba sobre ruedas.
El domingo ya un poco saciados de tanto comer y beber buenos caldos, decidimos hacernos un bocadillo sencillo de amaiketako (almuerzo) e ir a perdernos ya de vuelta, entre los castillos y los viñedos porque ya había escampado. Aparcamos en una cuneta, en una curva preciosa donde se divisaban los diferentes planos de viñedos con todos los rojos y granates posibles cercanos a una vieja bodega-torre centenaria.
Tomamos ese bocadillo, seguramente de un queso francés con algo de tomate o lechuga, el clásico baguette vegetal y nos quedamos mirando todo aquello escuchando el Down To You de Joni que salió en el aleatorio del estéreo del coche. Todo se paró en esos cinco minutos que dura.
Si es cierto eso que cuentan de que en los últimos segundos de una vida, te aparecen como diapositivas los momentos cruciales de la misma, o mejor , los momentos de felicidad estática, estoy seguro de que éste será uno de ellos para mi.
Cuando entra el arreglo de cuerda, el sistema nervioso emocional me salta al modo: amistad. Con la persona a la que veneras, compartiendo secretos, bocadillos, cielos entre viñedos y Joni dice "everything comes and goes, mark by lovers and styles of clothes" o después "in the morning there are lovers in the street , they look so high..." describe un momento como ese, para contrastarlo por todo lo que ha perdido cuando el amor se ha esfumado.
Buff...demasiado para el cuerpo y para el alma, Joni es parte de la propia forma de sentir. Escuchad esto, sin pausa, por favor y cerrad los ojos, mirando al viñedo.
Barna Howard ha editado
un disco muy clásico en primera escucha, basta con oler su primera
rosa.
Como si perteneciera al
disco de debut del gran John Prine, Indiana Rose se muestra como
capitana del barco con sus banjos trotones y su tremenda delicadeza.
Nostalgia country-folk de la que es difícil recuperarse tras este íntimo paseo por todas sus compañeras de viaje.
Es cierto que Quite A
Feelin´ que es como se llama todo el álbum no ha inventado la
pólvora pero la ha utilizado para diez disparos sentidos
siguiendo las instrucciones que marcaron el maestro Prine y o el
supremo Townes, siempre omnipresente.
Todo discurre como un
arroyo salvaje de la parte más alta de la montaña, esa a la que es
tan difícil llegar pero con la que es tan reconfortante
reencontrarse.
Todos sabemos que se
pueden calcar tonadas de los santos apóstoles pero otra cosa mucho más
difícil es componer canciones con entidad propia, canciones de oro,
cristalinas.
El joven Howard ha
firmado su Our Mother The Mountain sin quererlo o, por lo menos, no
siendo consciente de que algún oyente, como éste, iba a ver algo
más que a un mero discípulo.
La sombra de los outlaws
de Tejas es alargada pero ello no impide reconocer la belleza de la
canción perfectamente estructurada y transmisora de emoción.
El tono en el set es muy
reflexivo, confesional, de balada. La que lo titula, por ejemplo, es
una preciosidad.
Y si con un corazón de
piedra se le puede acusar de plano en el tipo de canción que compone y canta, cuando se miran los verdes arrozales de Melides con sus
garzas negras y blancas revoloteando asustadas de nuestra presencia,
adquiere todo el sentido centrarse en verdades musicadas como ésta.
Quite a Feelin´ es
exactamente eso que describe su título, algo que pasa a pertenecer a
los sentimientos musicales mejores de éste año 2015, aquellos
asociados a lo que realmente importa y por ello, imperecederos.
Una bendición acústica
de country-folk, si señor, la que ha firmado este delicado songwriter llamado
Barna Howard. Se me ha quedado solapada en el corazón, entre un régimen exclusivo de fados.
Ahora que tenemos demasiados aspirantes a héroes del arpegio y
la melodía lenta y profunda, os aseguro que pocos son tan de ley
como él, su honestidad es brutal.