lunes, 29 de noviembre de 2010
UNA DE LAS MEJORES Y MÁS INFRAVALORADAS CANCIONES DE TODOS LOS TIEMPOS
Para mi las anthologies de los Beatles son canela en rama y esta demo es incluso mejor que la canción editada y arreglada y mira que es buena.Aquí veo un alma noble sintiendo y compartiendo como luego hizo Jeff Buckley en el Sin-E: es tan sincero que duele. Es tremendo, es bellísima...nunca entenderé que está canción no figure en listas...
Me sumo en la fecha de aniversario de su despedida de este mundo al tributo de los kamaradas. My fab beatle, George Harrison.
Donde quiera que estés...Biba Zu Dear George!
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¡Qué emoción entrar en tu casa y escuchar (sentir) esta sencilla obra de arte! Con lo que estoy pasando... All things must pass away. Un abrazo enorme, Kamarada.
ResponderEliminarCanelita en rama, Mel de Romer. No puede decirse más!!
ResponderEliminarUn Saludo
Pozí, pero hay unas cuantas de ese disco que podrían merecer igual calificación "Beware of the darkness", "Wah-wah", bffff, y decir que he descubierto este disco hace poco!
ResponderEliminarSiempre fue mi fabfour favorito, este tipo tenía algo más aparte de Arte, algo que lo hacía entrañable y querido.
ResponderEliminarLa verdad es que no tengo las "Anthologies", y por eso no conocía esta auténtica maravilla.
Saludos
Una canción sublime. Y el disco al que da título, una obra maestra que poco tiene que envidiar al "White Album". Y es que Harrison era mucho Harrison.
ResponderEliminarSaludos.
John y Paul fueron muy egoistas al no dejarle meter baza cuando estaba practicamente al mismo nivel que ellos. Si todas las canciones de All Things Must Pass se hubieran repartido equitativamente en los últimos discos de los Beatles habrían sido más grandes aún.
ResponderEliminarAndaba el otro día viendo un spaghetti western tan malo que casi producía ternura. Y en un momento dado, un matón de aspecto patibulario y barba cerrada, sucio, greñudo y cejijunto, atraviesa una calle en pleno desierto de Almería, entra en un hotel y con maneras chulescas pide una habitación. Y cuando el pobre recepcionista, amedrentado, le pregunta su nombre, juro que va el otro y suelta: “George Harrison”.
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