domingo, 22 de noviembre de 2009

TEXTOS RECUPERADOS I

Previos al blog, se colgaban en la página web del programa Graffiti de Radio Euskadi cuyo histórico se han "cargado" sin avisar. Menos mal que lo he encontrado en mis pendrives porque fue algo único e irrepetible.
A la espera de su nuevo cd live de tan magna gira...recordemos el milagro.



EL FLAUTISTA DE POMONA
Tom Waits en el Kursaal-Donostia, 12 de julio de 2008

La vida se compone de sueños. Y todos esos sueños, con un poco de paciencia, se cumplen.
Lo que es más difícil es ver ante tus ojos, ya adulto y despierto, tu cuento favorito de infancia, ese cuento que habla mejor que ninguno de las dotes de un prestidigitador.
Como ratas salidas de todos los rincones de las cloacas de la espera eterna, todas acudimos en formación militar al primer acorde del flautista de ese pueblo californiano llamado Pomona.
Realmente se trataba de una atracción de feria antigua, nada de portaventuras modernos, aquellas donde una fiera, la mujer barbuda o el hombre elefante podían aparecer en cualquier momento.
El problema es que el domador resultó ser además tigre, acaparando prácticamente toda la atención.
Como un viaje alucinante que nunca quieres que acabe, aquello sonaba a blues , mambo, Monk, polka, flamenco, Elvis, Mahalia Jackson, Otis Redding y James Brown (como si fueran uno), folk, foxtrot, ragtime, fados, Barba Roja, vudu, Leadbelly, New Orleans, Robert Johnson, Caruso, Billy el Niño, los vagabundos de la plaza de Arriquibar, tango, la voz de la bisabuela que no conociste e incluso “al sonido de las plantas de maíz de Kansas cuando crecen”.(esos gruñido-ruidos tan graciosos de auténtico genio)
Pero todo bien pasadito por esa túrmix especial: la voz del trueno más bello que jamás sonó. Un estruendo que hace que vibren tus huesos. Una tormenta-tornado que nunca pierde la intensidad más peligrosa.
Rendidas ya las ratas incluso antes de que abriera la boca el tigre-domador, todas en pie, sintiéndose la élite tras pasar por la taquilla más cara jamás pensada, nos entregamos a desfilar al son de la flauta mágica, ante el músico más sobrehumano de los humanos y natural de los sobrenaturales.
Una puesta en escena al servicio del repertorio. Una banda y un sonido cristal clear.
Cuando acudes a la raíz de la música popular como lo hace Tom, la respuesta del público va a ser siempre visceral, tribal. Nada de cubismos modernos tal y como ha dicho la “crítica especializada”: tan sólo primitivismo de alcantarilla, la mejor etiqueta para una música primaria y personal que hace tan fácil concluir eso de que “lo que nos distingue es lo que nos destaca”.
Sobre fondo de altavoces de chatarra y tarima de circo de Afganistán, las luces tenues del auditorio dibujaban la estampa del loco del sombrero bombín. Un rugido del respetable que se convierte en fiera y el ritmo de fundición tan característico comienza: aaahh-uuuhh,aaahh-uuuhh, uca chacha rum… La armónica de Chicago: esa de los bajos fondos donde se mueve “Lucinda” escuchando viejos blues de Leadbelly y proclamando a los cuatro vientos que no bajará nunca más al pozo (“Ain´t going down to the Well”): perfectos cambios y tempos, dominio desde el principio hasta el final. El blues se hizo polvo blanco saltando de la madera al ritmo de los taconazos de botas de ferroviario. No hacía falta difusor eléctrico alguno. Todo salía natural de aquellas piernas enfundadas en un Levis gastado negro. Aquello era como un jingle de productos de santería.
Sigue “Way down in the hole”: el ascensor de la mina baja a los infiernos, echando en falta el cambio del sombrero por un casco con luz de minero (algo que creo ya ha utilizado en otras giras) El predicador lanza su speech despiadado, duro, amenazador.
De vuelta al cielo con uno de sus gospel de taberna (“Falling Down”) con el que nos pone la carne de gallina. Después el ansiado pero único tema con megáfono “Chocolate Jesus”, un lamento de granjero donde vemos asomar la carrera de Jim White y parte de la de Eels comprobando la influencia del maestro del sonido “Weird”(extraño y estrafalario)
Como un homenaje a Isabel Coixet y su magnifica película “La vida secreta de las palabras” a cuya banda sonora pertenece, interpreta “All the World is green” y tras una intro de guitarra flamenca excelsa, nos fuimos directos al mar lejano, a sus profundidades como lobos de océano en ese bello vals de aires kurt wellianos. Parecía que una ola gigante nos iba a sepultar.
La primera balada no podía demorarse más: “Hold on”, un clásico para llorar. De esos temas- manta que dan calorcito después de esas fuertes tempestades. Llegó el turno de la “polka del cementerio” donde los muertos hacen el baile jitteburg para después cantar un himno de redención porque ellos saben que todos acabaremos siendo polvo en el suelo: “Dirt in the ground” Perfecto par de camposanto donde observas lo medido que está el show.
Y como una montaña rusa tiene sus momentos y pasa sin enterarte, como una alucinación.
“Black Market Baby”, los amores de mercado negro, clandestinos y después Elvis de gasolinera barata al grito estridente de “Uh uuhh lieeeee to me baby” en ese “Lie to me” soberbio. Sin duda uno de los momentos especiales en los que la batidora se puso a un nivel de trituración incontrolado. La “deconstrucción de Little Richard y Jerry Lee Lewis” es como la llamarían estos genios de la cocina nuestros.
Pero las ratas querían corear y así lo quiso el general con la proclama: “Misery is the river of the World” y su “everybody row everybody row!!!!!!! “todos en fila , todos en fila…”
Nos convertimos ya en más bien en sus cobayas…Solo faltó que bajara al patio y por los pasillos le siguiéramos hasta donde nos quisiera llevar: al cielo o al infierno. Nos daba igual.
Los instrumentos nítidos, precisos, metálicos, potentes. Los breaks estudiados pero sencillos y efectivos. El maestro de ceremonias les dirigía con sus largos brazos como un James Brown en tiempos de Dickens. Aquello hizo recordar miedos infantiles con “Oliver Twist”, los orfelinatos y la turba inglesa…Aplauso general rozando la histeria. ¿Podía aquello mejorar?
Pues no pero si mantener el nivel. Transito al piano-contrabajo: sus orígenes pero en un set ligero, delicioso, comprimido, muy especial y donde se observa que ya nunca más será un cantante de piano-bar porque así lo quiso el destino.
“On the nickel” : única concesión a la etapa Asylum y además de su último disco en la casa. Tantas veces escuchada que cuando llega la estrofa de “if you cheewed tobacco” los ojos se humedecen y recuerdas los tiempos con Rickie Lee Jones, de descubrimiento de fundamentos musicales de primer orden y se lo agradeces con un merecido “bravo”.
Y si por si fuera poco te arranca el alma con “Johnsbourg, Illinois” (único tema que representa su obra maestra “Swordfishtrombones”) que quizás sean dos de los minutos más bellos de balada marginal jamás grabados.
Ya había cumplido con creces cuando aparece “Tango till they shore” y la nana-tarantela-opereta “Innocent when you dream”: un lujo de final de set a las teclas, con todos coreando el maravilloso estribillo. Muchos monstruos, muchos freaks pero siempre el niño detrás de todo.
Podría ser un final perfecto pero queda un segundo acto un poco más corto y nadie quiere salir de allí: queríamos más queso.
Vuelta a la factoría del horror con ese híbrido blues-rumba-mambo que es “Hoist that Rag”: la percusión de los hijos en ayuda del padre. Parece un pitburg desgarrando un muslo humano por las calles de La Habana cuando grita el título. Da hasta miedo que esa voz no pierda ni un gramo de potencia y expresividad gritando de forma tan natural como J.J. Cale susurra.
En un cuerpo tan delgado hay unos pulmones que hacen llover: “Make it Rain” es la pieza fundamental del espectáculo, donde el mago consigue que la lluvia multicolor aparezca sobre el escenario tras los cortantes solos de guitarra de Omar Torrez que simulan los cortes de una carnicería funky. Si vuelve la sequía ya sabemos a quien llamar.
Y sigue…”Cold cold ground” , esa joya de su cancionero que relacionas con aquellos que realmente duermen en suelo frío y cuyas historias tan bien cuenta Waits para el deleite de los calentitos burgueses. Y uno echo en falta o se acordó de David Hidalgo, el de los Lobos y su acordeón aunque realmente el sustituto Patrick Warren lo bordó.
Algo de musical del este de Europa tenía que aparecer: “November” del oscuro disco “The Black Ryder”. Y otra vez piensas en Arcade Fire, por ejemplo, y en que Tom Waits es el artista más influyente de los buenos grupos de rock de vanguardia. Bellísimo y otoñal este número, nos resumió el feeling de sus dos discos “Alice” y “Blood Money”
“Jesus gonna be here” era la imprescindible misa gospel de frenopático…!Qué voz! Parece un coro. Matices, gusto , timing.
Final alocado y circense con un “Singapore” donde el rey de la cacharrería se despide hasta el bis con esa historia de enanos y seres horripilantes pero entrañables. Y esos desequilibrios escénicos perfectamente sonorizados.
Estruendo, oeoeoeoes, locura, pataleo y éxtasis. “Ha sido una buena noche” dijo y yo lo cambiaría por “Ha sido la noche”
Tres canciones para un bis generoso y pletórico: “Tampled Rose” (con ese estribillo de gritillo desafinado increíble), “”Eyeball Kid” donde Tim Burton, Buster Keaton, Lindsay Kemp estaban presentes en esos lanzamientos de bola invisibles preciosos mientras la banda ya hacía lo que quería. Y el sombrero de mirrorball nos lanzaba destellos y esa carita con dientes apretados resultaba conocida y entrañable.( a pesar de lo terrorífica para el que no le conozca)
Y para acabar no podía haber un mejor final que una declaración de principios de vagabundo en clave gospel de nuevo (este palo lo domina y lo hace propio): “Anywhere I lay my head” (I will call my home): aquí los instrumentos de viento empleados traen aromas de banco de iglesia de vieja caoba.
Las ratas no queríamos despertar del sueño y continuar en Hamelin pero todo tiene un fin.
Y lo que mejor describe este recital emocionante del “Kursaal de los Milagros” que ya está entre mis conciertos de los “cinco deditos” es lo que hoy, domingo de traineras en Donosti, he sentido en ese barco sobre marejadilla, donde he acabado hecho una piltrafa: “que todo tiene movimiento”. Y que es natural y ahí está el flautista para demostrártelo. Y tras sentir en el estómago unos infames mini bocadillos-pedruscos contra el mareo: “que si Arzak lo vale Waits también”.

Joserra Rodrigo-julio 2008

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Amo la música más que a todo.

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Todos los textos pertenecen a Joserra Rodrigo salvo citas y párrafos con su autor referenciado.