martes, 24 de marzo de 2015

BEST OF LIVES: PHOSPHORESCENT- LIVE AT THE MUSIC HALL (2015)


Tratamos  de salir del letargo de la Land, de alguna manera.


Estamos en presencia de un caso curioso pero muy frecuente en la historia del rock. Artistas que maquillan su sonido en el estudio para adaptarse a los tiempos pero con un directo que si que ofrece su verdadera y atractiva esencia. Incluyo aqui también a otro Matthew al que adoro, el E White. En el madrieño Teatro Lara, éste último me pareció mucho más orgánico y roquero que en estudio, ver , sentir y escuchar para creer.

En el caso de Phosphorescent o lo que es lo mismo, el señor Matthew Houck, su último y laureado Muchacho me gustó pero adolece de esa producción mezcla de Vangelis con bajos retumbones en capas que resulta un tanto cansina y confusa para oidos analógicos acostumbrados al limpio estéreo pero que resulta genial para entrar en portadas y festivales de moda.

Ves ahí como una especie de "otro nuevo" Neil Young que quiere liberarse de tener que ser un must de página del Pitchfork pero que no le queda otra. Eso no está nada mal, ni es criticable pero a mi me cansa un poco.

Su anterior Here´s To Taking Easy de 2010 era un cinco jotas y en él estaba conseguido cierto equilibrio con el regusto de rancio abolengo que dejó ese fabuloso To Willie dedicado a revisitar el cancionero menos célebre de un dios hippie tejano apellidado Nelson.

Ambos discos, me resultan más fáciles de atrapar de la balda, salen fácil y sin embargo, el Muchacho,  aunque tiene grandísimas canciones, se sirven con demasiada salsa.

La propuesta de un disco en directo amplio, doble , como en los setenta (y que en vinilo es triple, buff, demasiadas caras para darles la vuelta) es muy arriesgada y tengo que decir que hubiera bastado como con el Hard Rain, dejándolo en uno para no ser pesado ni pretencioso.

No quiero decir que tenga rellenos, sin embargo, destilado, haced la prueba, es soberbio: pasamos de las moderneces e intros al estilo convención de secta de los hijos del sol y la luna y vamos a la nitty gritty.

Empezamos con A New Anhedonia donde el aire desesperado de todos los combos de Jason Molina se deja  entrever a las claras como ese eterno lamento americano de primer orden hijo de la segunda cara del On the Beach de nuesto Shakey.

La steel y los coros, esos come on, esas paradiñas y ese demadejamiento de una tristeza infinita de cinemascope, tejen una propuesta que estaba en el fondo de todas las capas de maquillaje del estudio que les quitaba a las canciones naturalidad.

Nunca escuché en este siglo algo tan Hard Rain, Bob Dylan you know, a very very fucked Bob Dylan.

Seguimos con Terror In the Canyons (The Wounded Master) , mismo tono pero absolutamente maravillosa, un clásico. Esa forma un poco torera de cantar y ese romperse vocalmente para dar un dramatismo tremendamente real. La steel guitar,  a cargo de Rickie Ray Jackson, es de quitarse el Stetson. De ahi,  que los War on Drugs lo contrataran para su gran, si gran Lost In A Dream.

The Quotidian Beast - cuidado que son feos y largos los títulos de sus canciones- sigue la secuencia con mucha lógica y a veces, hasta parecen los Waterboys eléctricos americanos.

El Lay Lady Lay es su Tell Me Baby (Have you had enough) y da gusto escuchar una forma de expresar que tiene su encanto en su propia monotonía. Muy desesperado suena Phosphorescent y con mucha intensidad.

La cosa se anima algo con Nothing Was Stolen de su, para mi, pom, el disco del 2010, Here´s To Taking It Easy con un solo de ógano memorable.

Pasamos de hits como el Song for Zula porque no pega con el tono general y no será porque se una canción mala sino todo lo contrario, pero es que ese rollo Bittersweett Symphony en un disco tipo Time Fades Away como que queda falso.

También omitimos otras un poco coñazo y demasiado largasy algunas solo con la guitarra y nos vamos directamente al tramo final: una espectacular Joe Tex, These Taming Blues, de su segundo trabajo  y a un final otra vez moliniano de Jason y  zumeño ( del Zuma de Neil Young) con esa estampa desoladora llamada Los Angeles. (L.A. , you know)

Con todo ese zumo, es decir algo más de la mitad del disco, nos queda un recital que tiene un tanto por cierto importante de lana de lives como el Time Fades Away o el Hard Rain.

Y eso, para todos aquellos que nos gusta enrredarnos en el azul , es todo un placer. Sumirse en semejante grado de miserable belleza genera un suicidio lleno de vida inexplicable.  Big music, anyway.




4 comentarios:

  1. A mí que me parece que este tío sencillamente tiene la voz muy limitada, no obstante la sabe arropar mágicamente dentro del tono de tristeza y nostalgia de muchas de sus canciones. Tengo a este "Live..." entre las próximas opciones de compra. Ya veremos.
    Abrazos,
    JdG

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    1. Cierto Javier, ese es su pero, limitación, incluso de tipos de canciones pero ojo, no te lo dejes escapar, te lo digo de corazón! Un abrazo, qué pena no poder estar más tiempo charlando el otro día!

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  2. Estoy demasiado de acuerdo contigo...De lo único que me arrepiento es de mi entrada en REDONDO sobre este disco...la tuya es mucho mejor y está más afinada la visión. Se nota que Phosphorescent ha girado mas en tu vida que en la mía. Enorme post...!!

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Amo la música más que a todo.

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Todos los textos pertenecen a Joserra Rodrigo salvo citas y párrafos con su autor referenciado.