domingo, 5 de octubre de 2014

WE´VE ONLY JUST BEGUN

Irala Foto: Mary#
Tuvo su gracia, alquilarse una casa en una calle que se llama Kirikiño (Erizo), recién casados, tercero sin ascensor, nada pesaba.
Era muy especial, la cocina la decoramos como en los viejos caserios, con cortinillas de cuadros azul Bilbao y blancos, esos de mantel de txoko. Mi madre me enjaretó los canutillos. Ellas hacian de puertas de los armarios bajeros, no existía Ikea, por lo menos en provincias. Tenia más pasillo que habitaciones pero era nuestra primera casa. Las ventanas eran de guillotina y costaba mucho subirlas y bajarlas de todas las capas de pintura que llevaban echadas.

Casi todos los viernes llegabamos a las tantas cuando estaban todos los amigos, ahora nos falta uno. Organizabamos fiestas, escuchabamos por el patio a Sabina con los Rodriguez tocar desde la Plaza de Toros porque estabamos muy cerca , también allí vimos a Dylan la primera vez que vino al Botxo y montamos, cómo no, una fiesta pre y post acontecimiento. A todo ibamos andando, Bilbao es muy manejable.

Pero lo que más recuerdo de esos tres años, como momento de felicidad estática, es el día que subí de Power Records con el Curtis Live. Fue escucharlo sin parar durante varios domingos por la mañana, recogiendo lo de la cena del sábado, pasillo arriba y pasillo abajo, soñando que estabas en Harlem o en el Bitter End de lo nítido que se escuchaba todo por el eco de un pisito curioso de estructura y con muchísimo encanto.

Comprendí con él los fundamentos de la guitarra al servicio de la canción, porqué ella debe ser mariposa que revolotea y no punto central de la escena y así llegar a construir la ingravidez de la composición, debe besar al cantante, soplarle en la nuca, filtrear con el bajo y escaparse un poco de los tambores.

Supe ya allí en Kirikiño Street, porque Robbie Roberstson fue un guitarrista tan especial y quién fue uno de sus maestros; él se fijo en el genio del soul de Chicago. Comprendi que el falsete es todo menos falso y que los barrios, como Irala , tenían voz.

No queriamos movernos de allí pero al final la llegada de un hijo te hace tomar decisiones. Tampoco es que nos fueramos muy lejos , sólo al otro lado de la calle donde nací, pero no era lo mismo.Todavía se podían visitar las Torres Gemelas en Nueva York pero no llegamos a tiempo y no conocemos todavía la Big Apple pero esperamos hacerlo algún día.

El sol caía y cae de una manera especial en esa colinita bilbaina tan british en arquitectura donde creias que te ibas a encontrar por las esquinas de sus cuestas a los Kinks o a los Jefferson Airplane, sobre todo en sus espléndidos atardeceres de verano protegido como está por un lateral por nuestro querido monte Pagasarri y por el otro, por las Torres de Zabalburu, setentonas con su blanco ya sucio.

Ese domingo con Curtis de banda sonora, nuestro rincón sagrado quiso ser norteamérica, fue algo estupendo, seguramente nos fuimos a comer unas rabas después o a encargar un pollo asado al Rally. Porque el domingo está hecho para descansar, para regodearse en su minúscula pero magnífica duración, como aquel piso , como esta canción, como ese plato de rabas.

En el ghetto, no me olvido de esos domingos ni quiero olvidarme.
Aunque sea algo del pasado con las canciones todo se hace presente, habiamos comenzado nuestra vida a vivirla como queriamos. We´ve only just begun...to live.

1 comentario:

  1. Tu Bilbao era mi Barcelona, tu Irala, Sant Andreu, tu tercero mi ático, tus cortinas autofabricadas eran la inexistencia de ellas, tus pasillos mi falta de ellos, el sol del atardecer en la terraza de aquel ático tu colinita british. También hubo música, mucha música centenares de LP que ocupaban aquel pequeño ático compartido por amigos, muchos amigos. Y sí, solo vivimos tres años. no por el churumbel,no. Eso llegaría cinco años después. Pero sí, fue nuestro primer pisito. La aventura de la vida compartida. Casi un paraíso idílico. Y como todos los paraísos, perdido.
    Sant Andreu fue 1982-1985. Algún día volveré.

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Amo la música más que a todo.

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Todos los textos pertenecen a Joserra Rodrigo salvo citas y párrafos con su autor referenciado.